jueves, 31 de julio de 2014

Nosotros.

Él la mira con dulzura, con sorpresa, como el primer día.
Ella lo mira y no puede ocultar nada, desborda el amor por los ojos, la boca, las mejillas.

Hablan mucho. Ella habla mucho. Él habla mucho solo con ella, eso le encanta, la hace sentir única. Los ensayos, las navegaciones, la música, la familia, el trabajo.

Ella fuma no más de tres cigarrillos cuando están bien. No menos de tres cuando discuten.
Él le quita los atados, quema filtros, le pide por favor que no fume más. Ella sonríe.
El arma un cigarrillo de tabaco y azúcar. Ella lo prueba. Hay risas.

Pueden estar más de media hora mirándose a los ojos, reposando sobre el asiento de un auto que los lleva a pasear por el frío del mar.

Hacen el amor, se ríen a besos, se aman a carcajadas.
Hacen el amor, no les hace falta nada más. Unión divina. Energía en estado puro.

Ella expresa todo lo que le pasa verbalmente. El miedo, el odio, el cansancio, la ira, el amor.
Él se niega, no es amigo de las palabras, le cuesta, no sabe, no quiere.

Discuten.

“Me voy, abrime la puerta.”
“No, afronta una conversación. Habla, decí algo.”

Ella fuma. Él se queja del dolor de cabeza.

Ella piensa que siempre es la misma historia.
Él piensa cómo decir lo que ella quiere escuchar.

Ella llora.
Él hace fuerza para no dejar salir las lágrimas que asoman.
Ella lo mira, esperando las palabras que salven todo.
Él la mira con pena. “Más que esto no te puedo dar.”


Él se embarca, visita ciudades con puertos, ciudades frías como las que le gustan a ella.
Ella visita ciudades de festivales, usa polleras, pestañas postizas.
Ambos encuentran la felicidad ahí, en el viaje, en la lejanía de los cuerpos.
Ella vive más tranquila cuando no piensa en él.
Él vive más tranquilo cuando ella no está pendiente de él.

Algunos, sin embargo, aseguran que se aman…


¿Se aman?

martes, 29 de julio de 2014

Ellos

Ella ya no finge, fuma, vomita, escribe en su netbook.
Él no muestra cambios, deambula, es un fantasma, escribe en su notebook.
Ella le habla, le pregunta, le ofrece; lo mira, le sirve.
Él no le habla, simula no escucharla, le ofrece un mate para despertarla de la siesta, le contesta mal.
Ella está a la defensiva.
Él también.
Ella perdió el brillo.  Le pregunté a su sobrino, que la ve todos los días en el edificio donde estudian cómo la veía y me dijo con pena en su rostro “Se la ve demacrada, desarreglada, con cara de amargura todos los días.”. Creo que no solo perdió el brillo, sino también la paciencia, la esperanza de que todo mejore algún día. Esa esperanza con la que me solía contar cuánto amaba a su esposo y cuánto estaba dispuesta a soportar.
Él perdió la confianza, no le cree nada; quizás porque su mayor seguridad se fue cuando ella le dijo que no. Él se cree con derecho a hacerla sentir sucia por elegirse, por priorizarse. Criado con un padre machista, y una madre que nunca se hizo escuchar, hermano de hermanos que por menores siempre tenían prioridad; conoce las demostraciones de amor cuando la conoce a Ella, que sabe lo que es abrazar, sabe lo que es una caricia, una palabra de afecto… tal vez no por haberlo mamado sino por las ganas que tenia de saberlo.
Ella necesita de la palabra, se vale o valía de frases como “La comunicación ante todo” “Hay que hablar para conocerse” “No te llames a silencio”.
Él le escapa a las palabras, no sabe hablar, no quiere aprender.
Imagínense qué comunicación puede haber entre ellos.
Él se engripa y ella le  lleva el desayuno, el almuerzo, merienda y cena a la cama; lo espía mientras duerme la siesta y controla su temperatura.
Ella vomita y el sigue barriendo, manda a alguien a que se fije qué le pasa.
A él parece no importarle, está perdiendo el único ejemplo de amor que tuvo en su vida.
A ella la sostiene un sueño, ser algo más que la obrera que fue toda su vida. Su abuelo la soñó estudiante.
Se comportan como adolescentes. Pierden días mirando una pantalla en vez de mirarse  a los ojos, de compartir un paseo, de charlar sobre los planes futuros.
Se dejan ganar por el orgullo. Ella dice ya haber hecho mucho. Él reclama que ella ya no hace nada.
Discuten. No se miran. No se hablan. Se echan culpas. Se pasan factura. No logran encontrarse

Pero algunos dice que todavía se aman. ¿Se aman?