Ella ya no finge, fuma, vomita, escribe en su netbook.
Él no muestra cambios, deambula, es un fantasma, escribe en
su notebook.
Ella le habla, le pregunta, le ofrece; lo mira, le sirve.
Él no le habla, simula no escucharla, le ofrece un mate para
despertarla de la siesta, le contesta mal.
Ella está a la defensiva.
Él también.
Ella perdió el brillo.
Le pregunté a su sobrino, que la ve todos los días en el edificio donde
estudian cómo la veía y me dijo con pena en su rostro “Se la ve demacrada,
desarreglada, con cara de amargura todos los días.”. Creo que no solo perdió el
brillo, sino también la paciencia, la esperanza de que todo mejore algún día.
Esa esperanza con la que me solía contar cuánto amaba a su esposo y cuánto
estaba dispuesta a soportar.
Él perdió la confianza, no le cree nada; quizás porque su
mayor seguridad se fue cuando ella le dijo que no. Él se cree con derecho a
hacerla sentir sucia por elegirse, por priorizarse. Criado con un padre
machista, y una madre que nunca se hizo escuchar, hermano de hermanos que por
menores siempre tenían prioridad; conoce las demostraciones de amor cuando la
conoce a Ella, que sabe lo que es abrazar, sabe lo que es una caricia, una
palabra de afecto… tal vez no por haberlo mamado sino por las ganas que tenia
de saberlo.
Ella necesita de la palabra, se vale o valía de frases como “La
comunicación ante todo” “Hay que hablar para conocerse” “No te llames a
silencio”.
Él le escapa a las palabras, no sabe hablar, no quiere
aprender.
Imagínense qué comunicación puede haber entre ellos.
Él se engripa y ella le lleva el desayuno, el almuerzo, merienda y
cena a la cama; lo espía mientras duerme la siesta y controla su temperatura.
Ella vomita y el sigue barriendo, manda a alguien a que se
fije qué le pasa.
A él parece no importarle, está perdiendo el único ejemplo
de amor que tuvo en su vida.
A ella la sostiene un sueño, ser algo más que la obrera que
fue toda su vida. Su abuelo la soñó estudiante.
Se comportan como adolescentes. Pierden días mirando una
pantalla en vez de mirarse a los ojos,
de compartir un paseo, de charlar sobre los planes futuros.
Se dejan ganar por el orgullo. Ella dice ya haber hecho
mucho. Él reclama que ella ya no hace nada.
Discuten. No se miran. No se hablan. Se echan culpas. Se
pasan factura. No logran encontrarse
Pero algunos dice que todavía se aman. ¿Se aman?
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